Pureza
La ley básica del templo de Dios era la Santidad,
todo lo que Dios hace es santo, perfecto y sin culpa, en Él no hay huella de maldad ni de pecado. Así como Dios es santo, nosotros también debemos serlo. Una persona es Santa cuando se entrega a Dios y se separa del pecado, es muy importante entender esto para progresar en nuestra vida cristiana.
Toda la casa es el altar de adoración. Así qué adoptar el gobierno teocrático o gobierno de Dios en la casa y preparar un lugar de intimidad con el Rey, inevitablemente llevará a toda la familia a un tiempo de sensibilidad espiritual y pureza: personal, familiar, material y territorial.
Al estar más sensibles a la voz de Dios, la intimidad con Él hará que el Espíritu Santo active los dones proféticos en la familia. Que haya arrepentimiento y confesión como un hábito constante para mantener un ambiente de justicia, que es lo único que produce paz.
¡Qué saludable es poder estar en paz entre nosotros! La confesión de errores y faltas traerá LUZ a la casa.