Administración
Entendiendo que de “Jehová es la tierra” no somos más que administradores o mayordomos. Nuestro deber es comprometernos a administrar adecuadamente este mundo y sus recursos.
Tengamos en cuenta que Él “dio” la tierra, que Él creó a los hombres.
Él no es hombre para mentir ni hijo de hombre para arrepentirse; lo que Él dijo y prometió lo hace, y punto final. Así que Dios desde el jardín del Edén estableció un acuerdo con el ser humano: “Yo gobierno en los cielos y ustedes gobiernan la tierra, como mis representantes.” Este es el plan original de Dios para su creación: intimidad y gobierno.
Las palabras de acción que Dios dejó al hombre son órdenes que tienen un alto contenido de gobierno: Fructificad, Multiplicad, Llenad la tierra, Sojuzgad, Señoread.
Y todo eso se hace desde la intimidad con Dios y con las relaciones interpersonales.
Pero cuando el ser humano se distanció de la intimidad de Dios por causa del pecado, siguió con el instinto de gobernar, pero a su manera, y eso fue lo que en cada generación fue sacando a Dios de la escena de la historia de la humanidad.
Se fueron formando las ciudades y culturas, todas construidas con base en la adoración, pero no necesariamente a Dios sino a lo que el ser humano reconocía como superior. Por ejemplo, los hombres primitivos adoraban al sol o la luna porque estaban sobre ellos y dependían del clima para vivir bien. Con base a esa adoración establecían sus hábitos y costumbres a nivel comunitario.
Pero nosotros fuimos llamados a adorar al único Dios verdadero, nuestro Padre, nuestro Señor.