Pureza 2
De qué forma la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado?
La verdadera limpieza del pecado viene por medio de Jesucristo, el “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. El pecado, por su propia naturaleza, trae consigo muerte. Ese es un hecho tan cierto como la ley de la gravedad. Jesucristo no murió por sus propios pecados, no los tenía. En su lugar, por una transacción que nunca lograremos entender totalmente, murió por los pecados del mundo.
Cuando le entregamos nuestra vida a Cristo y nos identificamos con Él, Su muerte llega a ser nuestra. Descubrimos que de antemano pagó el castigo de nuestros pecados; Su sangre nos ha limpiado. Así como resucitó del sepulcro, resucitamos a una nueva vida de comunión con Él.
Y en esa comunión podemos buscar la pureza personal, y animar a nuestra familia a hacer lo mismo. Debemos ayudarnos a reconocer y tomar en serio el pecado, pues la naturaleza pecaminosa está en todos y por eso hay que confesarlos y arrepentirnos. Cuando eres consciente de esto le das todo el valor a la sangre que Jesús derramó por nosotros.
Nunca bajes la guardia en cuanto a estar examinando tu vida y buscar la pureza diariamente, entregando, confesando y arrepintiéndose de lo que es contrario a Dios y lo ofende. Y así mismo en familia, cuidando el altar.